octubre 26, 2009

Los ladrones también lloran

“Conmociona α Nayarit tortura de 5 adolescentes”, “Exhiben en video tortura α 5 jóvenes en Nayarit”, “Golpiza y vejaciones α 5 presuntos ladrones”, “Aparentes policías violaron derechos de 5 jóvenes”. “"No merecen el trato no solo discriminatorio, abusivo, que se tuvo con ellos, si cometieron un error, tienen derecho a otra oportunidad".

¡!!Hágame usted el cabrón favor, ahora resulta que las víctimas son ellos!!!

En todos los noticieros y diarios nacionales se repitió la noticia de la violación de los derechos humanos de unos “pobres e inocentes” ladrones de casas en la ciudad de Tepic, Nayarit.

Esto sucedió el día 14 del presente; los videos fueron subidos a Internet y ya todo mundo los vio, hasta el dia de hoy 26 de Octubre la nota sigue siendo noticia.

El gobernador de Nayarit, Ney González Sánchez, le dio un plazo al procurador y al jefe de la policía para que se presenten a los torturadores en no más de 12 horas o pierden la chamba, ah y nada de chivos expiatorios que esto es serio.

Ya nada mas falta que liberen a estos mozalbetes, le pidan disculpas y los indemnicen generosamente.

No he encontrado en ninguna nota, ni en diarios ni en televisión que mencione la necesidad de castigo para los jóvenes ladrones, ¿será porque se da por descontado?

No lo creo.

Entiendo le exigencia de parte de los abogados de los jóvenes, para eso les pagan, también entiendo la indignación de los padres y parientes de los muchachos, al fin y al cabo es difícil creer que un hijo sea un vulgar ladrón.

Es más, incluso entiendo la vociferante y absurda declaración del gobernador de Nayarit, al fin y al cabo los políticos son veletas que se mueven de acuerdo a la opinión pública.

¿Pero de veras se les paso a TODOS los comentadores profesionales (por decir algo) que los primeros que cometieron un delito fueron estos jóvenes?

¿Que se cometió un acto de exceso con ellos? Sin duda. ¿Qué se debe investigar para ver cuáles fueron las circunstancias que permitieron que esto pasara? Desde luego.

¿Pero en que código, reglamento, ley o lo que sea, dice que cuando un delincuente es abusado, automáticamente se debe olvidar el delito que cometió?

Digo, si no es intercambio de culpas.

Que se investigue lo que quieran, que se detenga a los abusadores, pero que se refunda en la cárcel a los mozalbetes ladrones que sin ninguna clase de consideración intentaron despojar a un ciudadano de sus posesiones en su propia casa, y esto sin que importe de quien se trate o como haya adquirido dichas posesiones.

¡Ahora resulta que estos 5 mequetrefes son unas blancas palomitas y los malos son los otros!

Por favor señores periodistas, pongámonos serios.

Y que no agarre yo al que me robo mi camioneta, o al que se metió a mi oficina a robar mis computadoras que tanto esfuerzo me costaron o al que destrozo la ventana de mi casa para robar hasta lo que había en el refrigerador porque el trato a estos mocosos les parecerá un paseo por Disney comparado con lo que yo les haría.

Señor Gobernador de Nayarit (y de Chihuahua de paso): Si no sabe cómo prevenir los delitos y si no sabe cómo castigar a los delincuentes cuando de casualidad los detienen, entonces no se queje y deje que cada quien se “rasque con sus propias uñas”, que si aquí alguien es culpable por omisión ese es usted.

Señores periodistas (por decirles de alguna manera): Si no saben diferenciar el afán de vender una nota de la sustancia de la misma, mejor dedíquense a entrevistar celebridades que ahí no necesitan pensar mucho porque se encuentran entre iguales.

“Huy sí, nos maltrataron, nos vejaron, nos sentimos ultrajados y tenemos miedo de salir a la calle”

¡Ni madres, los derechos humanos, son para los humanos!

Juan Carlos Bujanda Benitez

Octubre 26, 2009.

octubre 05, 2009

La blasfemia de blasfemar

- "Perdón lo pise”.

- “No, no me piso”.

- “No, si lo pise”.

- “Que no me piso”.

- “Que si lo pise, y para la otra tenga más cuidado porque me ensucia la suela de mis zapatos”.

Lalo González “El Piporro”.

El 30 de septiembre fue Día internacional de la blasfemia y para no variar y solo por llevar la contraria voy a blasfemar hablando contra el derecho a blasfemar.

Con esto no quiero decir que se deba prohibir o castigar la blasfemia, a lo que me refiero es a que no debería hacerse un derecho de algo que de entrada no debería siquiera existir.

Empecemos por definir el término de “blasfemia”, según la Real Academia Española:

1. Palabra injuriosa contra Dios, la virgen o los santos.

2. Palabra gravemente injuriosa contra alguien.

Es claro en la primera acepción que se trata de una institución española, así que consideremos la segunda por sus connotaciones más universales.

Pero ahora tenemos que definir el término “injuriar”:

1. Agravio, ultraje de obra o de palabra.

2. Hecho o dicho contra razón y justicia.

3. Daño o incomodidad que causa algo.

4. Delito o falta consistente en la imputación a alguien de un hecho o cualidad en menoscabo de su fama o estimación.

Así que básicamente se trata de una palabra que causa incomodidad y se traduce en daño porque alguien le otorga valor especial α ciertos temas que según él o ella deben ser sagrados.

Bajo esta definición tan amplia yo puedo acusar de blasfemia a alguien que menciona la palabra “tornillo”, porque yo le otorgo valor ofensivo a dicho termino.

La tercera acepción menciona daño o incomodidad, pero en realidad está hablando de la misma cosa, el daño no es físico sino de percepción, cuando el daño es físico se trata de otro delito claramente tipificado en las leyes de cualquier país.

Entonces el blasfemar no debería ser un derecho porque cualquier palabra o acto seria susceptible de convertirse en blasfemia para alguien.

¿Cómo se llegaría a la conclusión de que algo es sagrado en primer lugar?

¿Por votación democrática?

Es obvio que esto es lo que pretenden los católicos en México y en Latinoamérica en general, ya que el catolicismo es la creencia de la mayoría, pero entonces ¿qué pasaría con los derechos de las minorías a las que se les impondría una creencia ajena, como evangélicos, protestantes, ateos y agnósticos?

¿Por qué alguien debería tener derecho a pedir que se consideraran sus creencias sagradas y se protegieran legalmente pero no así las creencias de otros que piensan diferente?

La solución más fácil es mantener las creencias en el terreno personal y esto si debe ser protegido, siempre y cuando estas se mantengan en el terreno privado.

Desde el momento en que alguien decide externar el valor de sus ideas, estas pasan a ser públicas y por lo mismo criticables por muy sagradas que sean y sin importar cuantas personas compartan el mismo punto de vista.

El que una palabra ofenda a alguien debería ser problema únicamente del que se siente ofendido.

Quien mejor explica la diferencia entre daño y ofensa es Lou Marinoff en su libro “Pregúntale a Platón”:

En la medida en que un estimulo no sea dañino, el malestar que le cause será predominantemente resultado de un juicio previo a dicho estimulo. Si desea desterrar el malestar y sentirse a gusto, destierre sus prejuicios”.

En otras palabras, las palabras no dañan a nadie y la forma en que usted se sienta es cosa suya solamente.

Difícil entenderlo para un país donde la sola mención de “tu madre” puede desatar la tercera guerra mundial en contra del “ofensor” y toda su descendencia hasta la cuarta generación (a menos que sea hijo de Elba Esther Gordillo, en cuyo caso estaría justificado).

Pero a juzgar por las iniciativas en Inglaterra para penalizar la blasfemia religiosa, promovidas por islamistas ingleses por cierto, el problema no es exclusivo de los mexicanos.

La palabra blasfemia debería desaparecer de los diccionarios, yo no quiero tener el derecho a blasfemar, la reacción normal ante la acusación de blasfemia debería ser una carcajada.

La burla, la ironía, el sarcasmo, el insulto, las parodias, son todas palabras y la única defensa deben ser mas palabras.

Ninguna expresión debe ser sagrada, de hecho el concepto de “sagrado” también debe ser solo valido en el ámbito privado y personal.

No, no quiero libertad para blasfemar, quiero simplemente libertad de expresión porque es la única forma de llegar a un conocimiento cierto y contrastado.

No quiero tener derecho a blasfemar, solo quiero libertad de expresión.

Pero dejemos que sea John Stuart Mill, uno de los máximos defensores de la libertad de expresión, quien nos explique porque la utilidad práctica de la misma.

Hemos reconocido que para el bienestar mental de la humanidad (del que dependen todos los demás) son necesarias la libertad de opinión y la libertad de expresar opiniones, de acuerdo con cuatro razones distintas:

Primera. Si se acalla cualquier opinión, es posible que pueda ser cierta, a pesar de lo que sepamos en contrario. Si negáramos esto, equivaldría a proclamar nuestra propia infalibilidad.

Segunda. Aunque la opinión que se acalle sea errónea, puede contener una porción de verdad y esto sucede con mucha frecuencia. Como es muy raro que la opinión general o prevaleciente comprenda toda la verdad y casi nunca sucede así, solo mediante el choque de opiniones adversas puede haber oportunidad de encontrar el resto de la verdad.

Tercera. Aun si la opinión aceptada no solamente es cierta, sino que contiene toda la verdad, si no se permite que se le ataque vigorosamente y con ahínco, la mayoría de los que la reciben la adoptaran a manera de prejuicio, sin que comprendan o sientan su fundamento racional.

Cuarta. Y no solo esto, sino que el mismo significado de la doctrina estará en peligro de perderse o debilitarse, y se le privara de su efecto vital sobre el carácter y la conducta. El dogma se convertirá en una simple profesión de forma, incapaz de ningún bien, pero que estorbara e impedirá el desarrollo de cualquier convicción verdadera y sentida por medio de la razón o la experiencia personal.”

Bajo el lente de Marinoff y de Mills no cabe defender un derecho que debería ser innecesario.

Por supuesto la libertad de expresión tiene límites (difamación, calumnia, mentira), porque como todas las libertades implica responsabilidades, pero esto ya está regulado en casi todas las legislaciones de todo el mundo, no se requieren más leyes, solo cumplir las que ya existen.

No puedo tener derecho α blasfemar o α ofender porque el sentirse ofendido no depende de mí, sino de quien se siente ofendido.

¿Acaso debemos exigir el derecho α deprimir α los demás?

¿Acaso podemos exigir el derecho α entristecer?

¿Acaso podemos exigir el derecho α que se enamoren de nosotros?

Al exigir el derecho a blasfemar de alguna manera estamos dando por hecho que lo que decimos es ofensivo independientemente de sus interpretaciones e intenciones.

Es ridículo pretender que los editores del Jyllands-Posten justificaran la publicación de las caricaturas de Mahoma amparados en su derecho a blasfemar en lugar de apelar a la libertad de expresión, el cual fue por cierto el verdadero motivo de dichas caricaturas.

Es una libertad que ha costado sangre, sudor y lagrimas (Churchill dixit), ya está ahí, usémosla, no necesitamos inventar derechos sacados de la manga como pidiendo permiso para portarnos mal.

Habiendo dicho esto, les anuncio que considero el Día Internacional de la Blasfemia, precisamente una blasfemia, y como tal, motivo de risa y carcajadas que supongo ofenderán a más de uno…y eso está muy bien.

Si no es así, ¿entonces para diablos sirve la libertad de expresión?

Ahí con perdón de ustedes (o sin él).

Juan Carlos Bujanda Benitez

Octubre 5, 2009.

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